Esta pregunta me ha llevado de cabeza durante mucho tiempo, de hecho, sigo reflexionando sobre ello. ¿Alguna vez te has planteado el por qué pensamos como pensamos? A veces resulta abrumador la cantidad de pensamientos que tenemos en un día, hasta puede resultar desagradable. De hecho, ¿quién no ha tratado de relajarse tumbándose un rato en el sofá o dándose un baño y los pensamientos le han acechado? Empiezas a pensar en que tienes que acabar un informe, preparar la cena, llamar al veterinario para la revisión de tus mascota… en definitiva, lejos de relajarte, acabas saliendo de tu momento de «calma» más acelerada/o y hasta llegas a sentirte culpable por pensar que no sabes relajarte. En este artículo, te cuento por qué pensamos como pensamos desmitificando ciertas ideas con el fin de que te entiendas mejor.
¿Se puede poner la mente en blanco?
Si te tengo que dar una respuesta rápida es un NO grande como una casa. Pero aquí no estamos para que te dé yo las respuestas, vamos a reflexionar y entender el por qué. Tu experiencia te dirá que no es posible poner la mente en blanco, la ciencia lo corrobora. El ser humano tiene la capacidad para estar al tanto de muchos quehaceres (pensar en hablar con tu compañera de trabajo, anticipar la reunión de mañana…). Este es nuestro funcionamiento. Se torna problemático cuando vivimos más en el pasado y futuro que en el presente, aquí aparece el malestar.
En este punto, cuando llega este malestar, comprendo que quieras aprender a poner la mente en blanco. Sin embargo, al no ser posible, la frustración que aparece al no conseguirlo hace que el malestar sea mayor. Por ello es necesario que ajustemos nuestras expectativas y partamos de la base de que es normal que tengamos cientos de pensamientos al día, así funciona el ser humano. La cuestión es…¿cómo vivir más en el ahora? Gran pregunta. Antes de responder a esta pregunta centrémonos en otro tema más básico. Ante una situación «x», ¿todos los pensamientos son iguales? ¿procesamos de igual manera las sensaciones fisiológicas, pensamientos y emociones? Veámoslo.
Para entender el cómo vamos procesando todo esto, lo haré a través de una metáfora. Imaginemos que somos una gota de agua que cae sobre un charco de agua. El primer contacto, formará una circunferencia, esta es la experiencia directa de las sensaciones fisiológicas o emociones (estas podríamos decir que son más automáticas, aquí está más presente el condicionamiento clásico). A continuación, la segunda circunferencia es la de categorizar o reconocer aquello que estamos experimentando (luego os plantearé un ejemplo para facilitar la comprensión de todo esto). Por último, aparecen los pensamientos sobre los pensamientos, aquí entra en juego la interpretación, el conectar hechos, imaginar, recordar… (en este punto, es más elaborado, aquí está más presente el condicionamiento operante).
Os pongo un ejemplo. Veo una foto familiar en un viaje, al visualizar a mi familia, se me eriza la piel y me siento alegre (esto formaría parte de la experiencia directa, he condicionado apetitivamente, es decir, he aprendido que mi familia es un estímulo agradable para mi y al verlos aparece en mi estas sensaciones). Por otro lado, categorizo que este viaje fue divertidísimo, lo pasamos muy bien y fue una experiencia bonita (esta es la segunda circunferencia, estamos categorizando la experiencia, etiquetándola y esto nos ayuda a comprenderla rápidamente ya que ponemos nombre a lo que sentimos). Por último, aparece los pensamientos acerca de los pensamientos y en este ejemplo, recordaremos que ese día fuimos a cenar a un restaurante precioso y comimos la mejor pizza.
De manera simplificada, así es cómo funciona el pensamiento. El pensar es una conducta al igual que otras como hablar, la diferencia es que no lo vemos (es una conducta encubierta) pero se basa den los mismos principios de aprendizaje. Esto es una buenísima noticia ya que quiere decir que podemosNo aprender a relacionarse de una manera más saludable y ajustada con nuestros pensamientos.
Por cierto no me he olvidado de la duda que te ha surgido antes, ahora si que sí…
¿Cómo centrarnos en el AHORA?
Sabiendo que es normal que ronden muchos pensamientos por nuestra cabeza, te cuento cómo puedes empezar a estar más presente en el AHORA. Centrémonos en lo práctico.
1.Poner la mente en blanco es una farsa: es normal que no nos salga el estar sin pensar en nada, de hecho, lo hemos estado comentando a lo largo del artículo. Por ello es esencial que aceptemos y no nos fustiguemos por que aparezcan pensamientos. El comprender nuestro funcionamiento nos permite diluir esta frustración y culpa al ver que eso de poner la mente en blanco no nos sale a ninguno/a de nosotras/os.
2.Elige tu foco: el estar más en el ahora, no es cuestión de querer, no ocurre por arte de magia. Para conseguirlo, primero, es importante que elijas dónde quieres poner el foco, ¿dónde quieres dirigir tu atención? Imaginemos que estás preparando una receta (bizcocho, tortilla de patata…) y quieres prestar atención a la textura de los ingredientes, observes cómo vas elaborando el plato, percibas los diferentes olores, lo pruebes para saber si está en su punto… Este es un maravilloso ejercicio, llevar nuestros sentidos al momento presente.
3.Mira el pensamiento con otro enfoque: siguiendo el ejemplo de la cocina, mientras focalizas tu atención en la elaboración del bizcocho, van a aparecer diferentes pensamientos relacionados con otras cosas (trabajo pendiente, ir a comprar, una discusión,etc)y es muy habitual, nuestra atención es susceptible de desviarse y no pasa nada. Te propongo el siguiente ejercicio, imagina que estos pensamientos son los ruidos desagradables de una obra en la calle. Acepta que los ruidos están ahí pero sin interactuar con ello (no le gritarías a un/a trabajador/a de la obra desde tu ventana para que paren la obra por mucho que te esté molestando, ¿verdad?). Traslada esto a tus pensamientos. Muchos pensamientos aparecen, sin embargo, si no interactuamos y les damos cuerda, desparecen, van perdiendo fuerza. Aquí esta la clave y es muy potente, pasas de reaccionar (enfadarte o frustrarte por pensar «ya me estoy distrayendo otra vez») a simplemente identificar que efectivamente estas pensando y te has distraído de la tarea pero sin juzgarte («sé que me he distraído pero no pasa nada, ahora vuelvo a focalizar mi atención en aquello que estoy haciendo).
Este es nuestro funcionamiento, así pensamos. Quiero recordarte que esto requiere de un proceso y cada persona tiene unos ritmos hasta alcanzar una dinámica más saludable con sus pensamientos. Si tienes cualquier duda, escríbeme, estaré encantada de charlar contigo. Recuerda que este artículo es meramente divulgativo, no equivale a terapia psicológica, si necesitas una ayuda más especializada o tienes alguna duda, pregúntame, me encantará atenderte, este es mi correo andrea@tuespaciodeterapia.com
Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento.
Miguel de Unamuno
Si te has quedado con ganas de más, te recomiendo este artículo en el cual te cuento Cómo practicar mindfulness en el día a día.
Te mando un abrazo,
Andrea M.P.